Y Alicáncano. Y Humo, voluta roja.

martes, 13 de marzo de 2007

La cervecita de los martes.

Se reúnen todos los martes, excepto si cae en trece; Comparten tareas, gustos y disgustos; los jueves mercadillo, y a las dos hay que recoger a los niños del cole. Con suerte no falta casi ninguna, una hora antes, en la tasca del bizco.

Al mismo tiempo, los martes, se producen extraños movimientos migratorios en la taberna; Llegan clientes que apenas aparecen por allí y se marchan otros, de esos que no se quedan a dormir porque no hay camas. También está la fauna que no se entera, porque nunca se fija en nada y va a lo suyo.

La sonrisa del bizco se ensancha artificialmente cuando el marujeo invade el pequeño local y ocupa casi un tercio en acomodar cuarto y mitad de monumentales traseros. El corro de féminas evita el ojo loco e intenta adivinar en la mirada, algo más normal, del sano; Si hoy toca que cobre por encima o por debajo. Deporte éste de gran aceptación entre la parroquia que frecuenta el local, porque el azar, siempre impredecible, goza de gran predicamento en estas gentes, y forma parte de la gracia y de la consumición. Una vez conocí un lugareño que presumía de acertar siempre, pero le fueron al bizco las malas lenguas, y nunca más quiso servirle.

Poco a poco comienzan las risas a sobresalir por encima del ruido de fondo y del volumen del televisor. El bizco reacciona, presto, y cambia a otro canal más tumultuoso. Sabiendo de la inutilidad de su medida, opta por doblar el volumen de los aperitivos y sorprenderlas con alguna delicia.

A los susurros contenidos y caras enrojecidas suceden, inevitablemente, carcajadas desvergonzadas a pleno pulmón, de esas que equivocan la cerveza de camino y te hacen quedar en mal lugar.

Todo el mundo cree intuir las conversaciones, pero salvo algún palabro suelto, las carcajadas y los acomodos de nalga para que no dejar escapar la sillas, no parece que nadie, por muy informado que presuma, sea capaz de referirte el chiste.

Obviamente se lo pasan bomba, y el tono de los chascarrillos semeja escandalizar al más pintado. La paleta de colores con que tan respetables matronas ilustran sus mejillas superan con mucho la gama insulsa de un semáforo, y la facilidad con que se recomponen, asombra al camaleón más diestro.

Como el precio final de la consumición, los contenidos de la conversación suelen ser objeto de investigación e hipótesis concienzudas por parte de los espectadores. Pero tanto el bizco como las señoras son de naturaleza inextricable, y estas últimas suelen levantarse antes de las dos, secuestrando hasta la semana siguiente risas, alborotos, aspavientos y disimulos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

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Susana dijo...

ejem ejem se te olvidó hablar de las tapitas....jajaja besos equililoko

Equilicua dijo...

"... opta por doblar el volumen de los aperitivos y sorprenderlas con alguna delicia."

:)

Anónimo dijo...

Los pequeños placeres de la mañana de los martes. El aperitivo de los grandes placeres de la noche de los miércoles.
Un saludo

MeTis dijo...

jajaja, ya veo a lo que te referias... mira que eres malo¡¡ y seguro que el dia que no vayan el bizco las echa de menos... ya te temo equilicua, recuerdo tu mirada cuando dijiste en el bar: "esto lo cuento yo...".

besos

Mar dijo...

Cochina envidia....
jajajajajjaja

Anónimo dijo...

Me hace gracia esa espectación que causan esas reuniones de mujeres. Porque es verdad los desayunos de señoras son muy comunes, y son curiosisimas las miradas de los parroquianos.

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