A los funcionarios les han recortado la dignidad.
Ya venían siendo agredidos con el frio de la congelación durante la bonanza económica. Sufriendo desplantes de chiquilicuatres, políticos, pegayesos, sindicaleros, emprecharuzos y demás bichos de mal vivir mientras mermaba su capacidad económica año tras año.
Se refugiaban en lo cotidiano mientras veían como las escasas posibilidades de promoción eran adjudicadas, sistemáticamente, a ineptos variopintos de libre dignación; No quiera usted saber en pago a qué prebendas, favores, o deméritos debidamente acreditados.
Cualquier sindicaleches, cuyo bagaje más preciado consiste en "estar buenorra", no molestar a los jefes (de la empresa o del sindicato), y tener unas tragaderas tan inmensas como su desconocimiento, montaba una zapatiesta para que le abonasen unos complementos, que dada las condiciones laborales de un liberado, daba vergüenza reconocérselos. Luego venían los convenios, apañados, y el funcionario alucinaba con las subidas y las mejoras sociales que le correspondían. Con suerte no te tocaba de jefa cuando agotase alguna de sus carreras; la sindical, o la otra.
No era plan de quejarse, al fin y al cabo solo te habían bajado un poquito la dignidad, el sueldo no lo habían tocado aunque a los pensionistas les subieran más que a ti, y total, era un trabajo para toda la vida, ya vendrían tiempos mejores.De tanto centrarse en sus pequeños placeres cotidianos no vieron venir el oprobio, el tamaño de la afrenta.
Se envalentonaron tanto los gañanes que no solo bajaron el sueldo a los funcionarios, sino que lo hicieron en el sueldo base, en el corazón del salario.
Lo cierto es que la mayoría de los funcionarios aún no han digerido la pérdida de atributos.
Si no fuese porque achuchan los de siempre con arrebañar más y a mucha más gente, los sindicapoyas no se hubiesen puesto a tiro. Y encima en el punto de mira del funcionariado. Así les fue. Item más, así les irá porque me da que su torpeza no tiene límites, y cuando llegue el otoño, los funcionarios seguirán loncheando huelgas generales y sindicatos verticales. Despacito, metódicamente, en lonchas muy finitas, ideales para degustar.
Echarán mano los funcionarios de la chaira, y afilarán la navaja cabritera y el cuchillo jamonero con mucho mimo, disfrutando la lentitud y los pequeños momentos. Las autonómicas para abrir boca, las locales en taquitos, y las generales, de pata negra, para olvidar los malos tragos y las ignominias. Que la vida son cuatro días y no vamos a renunciar a los pequeños placeres cotidianos.
Es lo que tiene el jamón, que engancha y crea adicción. Como se entere quien yo me sé, va y lo prohibe.
Ya venían siendo agredidos con el frio de la congelación durante la bonanza económica. Sufriendo desplantes de chiquilicuatres, políticos, pegayesos, sindicaleros, emprecharuzos y demás bichos de mal vivir mientras mermaba su capacidad económica año tras año.
Se refugiaban en lo cotidiano mientras veían como las escasas posibilidades de promoción eran adjudicadas, sistemáticamente, a ineptos variopintos de libre dignación; No quiera usted saber en pago a qué prebendas, favores, o deméritos debidamente acreditados.
Cualquier sindicaleches, cuyo bagaje más preciado consiste en "estar buenorra", no molestar a los jefes (de la empresa o del sindicato), y tener unas tragaderas tan inmensas como su desconocimiento, montaba una zapatiesta para que le abonasen unos complementos, que dada las condiciones laborales de un liberado, daba vergüenza reconocérselos. Luego venían los convenios, apañados, y el funcionario alucinaba con las subidas y las mejoras sociales que le correspondían. Con suerte no te tocaba de jefa cuando agotase alguna de sus carreras; la sindical, o la otra.
No era plan de quejarse, al fin y al cabo solo te habían bajado un poquito la dignidad, el sueldo no lo habían tocado aunque a los pensionistas les subieran más que a ti, y total, era un trabajo para toda la vida, ya vendrían tiempos mejores.De tanto centrarse en sus pequeños placeres cotidianos no vieron venir el oprobio, el tamaño de la afrenta.
Se envalentonaron tanto los gañanes que no solo bajaron el sueldo a los funcionarios, sino que lo hicieron en el sueldo base, en el corazón del salario.
Lo cierto es que la mayoría de los funcionarios aún no han digerido la pérdida de atributos.
Si no fuese porque achuchan los de siempre con arrebañar más y a mucha más gente, los sindicapoyas no se hubiesen puesto a tiro. Y encima en el punto de mira del funcionariado. Así les fue. Item más, así les irá porque me da que su torpeza no tiene límites, y cuando llegue el otoño, los funcionarios seguirán loncheando huelgas generales y sindicatos verticales. Despacito, metódicamente, en lonchas muy finitas, ideales para degustar.
Echarán mano los funcionarios de la chaira, y afilarán la navaja cabritera y el cuchillo jamonero con mucho mimo, disfrutando la lentitud y los pequeños momentos. Las autonómicas para abrir boca, las locales en taquitos, y las generales, de pata negra, para olvidar los malos tragos y las ignominias. Que la vida son cuatro días y no vamos a renunciar a los pequeños placeres cotidianos.
Es lo que tiene el jamón, que engancha y crea adicción. Como se entere quien yo me sé, va y lo prohibe.
3 comentarios:
¿por qué? ¿por qué siempre se exprime a los que estamos en la parte baja de la pirámide?
Mientras, los opulentos, los corruptos y los facinerosos (De izquierda y de derecha) seguirán viviendo como reyes.
salud
Eso es lo fácil, atacar, recortar, robar, al trabajador público.
Muchos ignorantes lo aplauden, no cayendo en la cuenta, por ejemplo, que cuando el cirujano les salva la vida, resulta que es un funcionario … muy mal pagado, por cierto.
Desde el año 82 han sido más de 40 puntos (que se dice pronto) de pérdida de poder adquisitivo y desde que yo entré a principios de los 90, más de 20 puntos. Quien no se lo crea que lo consulte en el INE.
Y no han terminado con nosotros aún, peligran íntegramente las pagas extras del 2011 y quien sabe si nos terminarán pagándonos con letras del tesoro o bonos del estado, como en California.
Saludos
La verdad, conozco a mucho funcionarios y no se han quejado para nada de los recortes; no es que los desearan, pero en comparación de como están los demás ciudadanos... cualquiera se queja.
Los delos sindicatos, como dejas ver, es otro tema. Eso si que hay que repensarlo.
Un abrazo!! De nuevo en ruta.
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