Hijos, ADN y apellidos

Tenía yo un amigo muy bruto, y nada amigo de eufemismos, que decía que tu hijos lo eran porque lo afirmaba tu mujer, y había que creérla. Cosas de mi amigo.

El caso es que no andaba demasiado descaminado. Los hombres ponían los apellidos y las mujeres los hijos.

Luego vinieron las modernuras esas del ADN y las sorpresas; Claro que también fue el final del "Si te he visto no me acuerdo". Y es que la verdad incomodaba tanto a machos como a hembras. Con lo bien que se vivía con las verdades "oficiales".

Ahora toca repartir apellidos, que se suponen, aunque es mucho suponer, que es un modo de nombrar huellas genéticas. En realidad no tiene importancia y está bien repartir egos. Los españoles son inteligentes y dados a las soluciones de compromiso: "Si es niño llevará mi apellido, si es niña el tuyo", anda que no es fácil. También recomiendo firmar un acuerdo pre-matrimonial, para esto y muchas cosas mas.

Falta asegurar que no te engañan, sugiero que se hagan pruebas de paternidad a todos los recién nacidos, para garantizarles que no habrá perjuicios mayores si en un futuro se descubre que su padre es putativo, y que no tiene obligación de ningún tipo para con él. Dicen que es caro, yo pienso que es cuestión de demanda y oferta, y si es obligatorio, surgiría un nuevo tipo de industria.

La verdad nos hace libres, luchemos porque además, no haya privilegios ni para imponer ni para engañar. En todo caso, en la gran mayoría de los casos, los apellidos mienten, el ADN no, y se escribe en multiples secuencias de estas cuatro únicas letras: ATGC ( adenina (A), timina (T), guanina (G) y citosina (C)).

El jodido clero siempre me desilusiona, todavía no ha salido un puto cura que diga que los apellidos, en su iglesia, se ponen como dios manda. No lo habrá, porque se les acabaría el chollo y por fín les quitarían lo del registro civil, y porque aunque sotánicos (De campanear bajo la sotana),  pederásticos, y vividores de lo ajeno, saben mucho de política.

Otra cosa es la huella cultural; acoger, adoptar, criar, pero ahí nadie engaña a nadie. O no debiera.